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DE TODO UN POCO

AJEDREZ A CIEGAS

AJEDREZ A CIEGAS

Hay una modalidad de ajedrez que causa bastante asombro al público en general, y es la del ajedrez a ciegas. El ajedrecista que juega a la ciega no ve lo que pasa en el tablero, sino que las jugadas que hace el contrario se le comunican de palabra, y lo mismo hace él para indicar las suyas.

Los ajedrecistas utilizan un sistema de notación algebraico para apuntar y comunicar sus jugadas, donde las 8 columnas se nombran por las primeras 8 letras y las filas por números. Así, la dama puede ir a b5, un caballo a g8, etcétera. ¿Es tan difícil para un ajedrecista de buen nivel jugar a la ciega? Bueno, es difícil pero tampoco demasiado.
Y digo que no lo es tanto, por la sencilla razón de que los que juegan bien al ajedrez desarrollan una especial capacidad para la visualización interior, es decir, dentro de la mente: así, se puede oír a algunos hablar entre ellos de esta manera después de una partida: “Oye, ¿Qué hiciste cuando te movió el caballo a c 8? Dama b 3. ¿Dama b 3? ¿Y no era mejor alfil f 4 para después b5 y tomar con el peón en c 6? No, porque con b 5 él tiene después Alfil d 7. Ah, claro”.

Si nos damos cuenta, es pura visualización lo que estos jugadores están haciendo. La mayoría de los ajedrecistas que juegan a la ciega utilizan este sistema: dibujan en la mente el tablero y dentro de él juegan la partida. En cierto modo, la están viendo, aunque no lo parezca.

Algunos pueden incluso conducir mientras juega a la ciega con algún otro ocupante del vehículo, aunque para los no iniciados en ajedrez y que se hallen también en el coche, esta exhibición de cualidades, más que admiración y respeto, suele despertar un poquito de aprensión.

El Primer Duelo Mundial de Ajedrez a Ciegas se acaba de disputar en el impresionante museo Guggenheim de Bilbao, entre los grandes jugadores Topalov y la húngara Judith Polgar. Ha vencido Topalov por 3,5 a 2,5. También, y en los lujosos salones del Gran Hotel de Montecarlo, se juega todos los años un gran torneo de partidas a ciegas entre varios de los mejores jugadores del mundo.

Y para completar estos datos, mencionaremos el récord de partidas simultáneas a la ciega, es decir, jugar con varios ajedrecistas a la vez sin mirar ningún tablero: nada menos que... uno contra cuarenta que sí miraban el tablero. Fue en la Argentina, en 1947, y consiguió la hazaña un genial jugador, Miguel Najdorf, que además logró el 90 por ciento de los puntos en aquella exhibición. Eso, realmente, tiene muchísimo mérito.

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